miércoles, 23 de septiembre de 2015

¡PERDONADOS! [18]

¡PERDONADOS! [18]

Cuando nos equivocamos por amor, somos bendecidos, así como bendice el cielo la aridez de la tierra, pero cuando nos equivocamos por ambición, tenemos dos alternativas, pedir perdón, o morir con la conciencia negra, agitando su bandera hasta en el momento de la muerte. Pueda ser que se mueva la brisa con más fuerza y aun así, me estés viendo a los ojos, o nos estemos preguntando: ¿qué sucede que aún no hemos perdonado?, ¿qué pasa?, ¿me quieres decir algo?, nos ruedan lágrimas y no sabemos si es la voz del alma que se derrama en el rostro, limpiando el terreno para que pueda volar... o para que nos podamos al fin abrazar.

El perdón es la tarea más difícil, ante todo si hemos sido traicionados por nuestros mejores amigos, si nos han pisoteado, y han dejado nuestra barca a la deriva.

Recuerdo a mi padre cuando mi tía María lo denunció porque estaba borracho y se estaba orinando en un poste, cerca de su panadería, vino la policía, a él jamás lo habían llevado a una cárcel, y menos por una orinada de borracho, esto lo hacían todos y lo seguirán haciendo, tenía mucha rabia y dolor, porque quien lo hizo fue su cuñada, me decía que hubiera perdonado a otra persona, pero que a ella jamás le perdonaría.

Mi viejo guardó ese resentimiento, y nunca perdonó éste pequeño detalle, a pesar de que se querían y hablaban, pero jamás pasó de la puerta, mi madre ya lo conocía, y se llevó esto a la tumba, aunque mi viejo era un hombre muy noble y bueno, siempre pensé que debió perdonar ésta pequeña falla, ¿pero quién era yo, para juzgar sus sentimientos?, decimos que peores cosas se han perdonado, pero cada quien sabe en qué lugar le aprieta el zapato, decía que fue la peor humillación que recibió en su vida, aunque exagerado un poco, así era mi viejo, ¿qué podía yo hacer?, sonreír y tomarme de su mano cálida.

Vivo dolida con mucha gente, calumnias, mentiras, abusos de niña, y muchas cosas más, pero he ido sanando, siento que he perdonado, pero hay algunas cosas que todavía no puedo, ¿cómo puedo perdonar a mis mejores amigos, el verme casi comiendo tierra?, luego pienso que todos pasamos cometiendo errores, y que los amo a pesar de todo, que no deseo ni el mínimo mal para ellos, pero una espada de por vida como es el odio de un hermano, sin que jamás conozcas su motivo, es algo que pasa como herencia a sus hijos.

¿Qué puedo perdonar?, ¿cómo debo hacerlo?, y en este ir y venir, me doy cuenta que la vida me ha puesto en la mirada, que todo lo que hagamos, tenemos que pagarlo y es aquí y ahora, pero sí, debo perdonar, me faltan muchas letras para sanar mi alma, todavía hay pequeñas heridas abiertas, cada cicatriz recuerda que estamos aquí para demostrar que el amor y el perdón están ligados, como una cadena, uno no puede vivir sin el otro, es como el anillo de una vid, que necesita aferrarse de algo para poder continuar creciendo y produciendo frutos.

Ajusto el amargo de mi boca con un buen vino, y brindo por todos los que me han dañado en el camino, agradeciendo de paso, que me dieron la oportunidad de practicar el perdón, y sí, también debo perdonarme y que me perdonen, porque no por santa voy a pasar, ¡ni más faltaba!, uno de mis peores errores es ser tan confiada y esto se paga caro.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 22/15


Publicado por Raquel Rueda Bohórquez en 18:04 



No hay comentarios:

Publicar un comentario